Se lleva ‘El gato al agua’, pero que muuuuy de largo, el campeonato mundial de fachazines celtibéricos que últimamente tanto abundan en la televisión digital. No es para menos. Dos horas diarias de tertulianos exquisitos escupiendo bilis rojigualda acaban siendo pasto de todo buen españolito que decida verse al borde del guerracivilismo más cruento. Es algo irracional esto del triunfo de la extrema telederecha. Pasmoso. Cuasi irreal de tan carcunda, retrógrado y peripatético. En riguroso y vociferante directo, ahí está, cada noche, en Intereconomía TV,
El presentador. Antonio Jiménez. Ese Arturo Fernández devenido en generalísimo del batiburrillo, del estertor, del rebuzno. Porquero ejemplar (¡qué corbatas gasta el tío!) de esa piara de tertulianos que disfruta de su baño diario en el apestoso cenagal de la telebasura política. Porque, no nos engañemos, esta gente apenas se diferencia, por mucho que vaya a misa, de Belén Esteban y su circo telecinqueño. Tales para cuales. Las dos Españas, repito. ¿Para esto aguardábamos, cual maná a punto de caer del cielo, el advenimiento de la TDT? ¿Para comprobar, aterrorizados, cómo campan a sus anchas los destripaterrones de la derechona…
Adolfomayo
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